Lydia Rodríguez, residente de LaMarque, Texas, fue parte de las decenas de millones de personas que no han querido recibir una dosis de la vacuna contra el coronavirus en Estados Unidos. Después de asistir a un campamento en julio, ella, sus cuatro hijos y su esposo se infectaron; ambos pidieron la vacuna cuando ya estaban graves, pero no sirvió de nada.
El lunes pasado, Lydia Rodríguez, una mujer de Texas que dijo no creer en la vacuna contra el covid-19, murió en un hospital víctima del coronavirus. Sin embargo, antes de fallecer, la mujer, de 42 años, hizo una petición desesperada a su familia: “Por favor, asegúrense de que mis hijos sean vacunados”.
Rodriguez cumpliría años este miércoles, pero su celebración no llegó y extendió el duelo que dos semanas atrás había iniciado la muerte de su esposo Lawrence Rodríguez, de 49 años, en la misma unidad de cuidados intensivos del hospital de Sugarland, Texas, también a causa del virus.
Dottie Jones, prima de Lydia Rodríguez contó al diario The Washington Post que a principios del pasado mes de julio, la madre y sus cuatro hijos volvieron de un campamento de una semana organizado por la iglesia cristiana a la que asisten en LaMarque, Texas, donde radican.
Unos días después, los temores de Jones, quien es enfermera neonatal de profesión y quien había advertido a sus familiares sobre las condiciones que atravesaban los pacientes no vacunados contra el covid-19 en los hospitales, se volvieron realidad cuando Lydia Rodríguez, su esposo —que no había asistido al campamento por motivos laborales— y sus hijos resultaron positivos al virus.
Fue en ese momento cuando Rodríguez solicitó que se le aplicara la vacuna; sin embargo, era ya tarde.
Jones contó que la familia no le dijo a nadie que estaban contagiados sino hasta el momento en que Lydia Rodríguez tuvo que ser trasladada al hospital por su marido al no poder respirar, aquello ocurrió el 12 de julio. Ese mismo día, Lawrence Rodríguez también fue ingresado a otra sala para su atención.
«Lydia nunca creyó realmente en las vacunas», sostuvo Jones, de 55 años, al WP. «Ella creía que podía manejar todo por sí misma, que realmente no necesitaba medicamento».
La condición de Lawrence Rodríguez, por su parte, «pareció mejorar por un momento, pero un par de días después de su ingreso, lo llevaron de urgencia a la UCI».
El hombre solicitó la vacuna contra el coronavirus poco antes de que le pusieran un respirador artificial, sostuvo Jones; sin embargo, también era demasiado tarde para él y el 2 de agosto murió.
Petición desesperada
Para entonces, Lydia Rodríguez ya dependía por completo de una mascarilla de oxígeno que le impedía hablar con sus hijos por teléfono. Ellos, dijo su prima, la llamaban para saludarla y cantar himnos cristianos para levantarle el ánimo.
Durante su estancia en el hospital, Dottie Jones dice que tuvo la oportunidad de hablar con su prima para decirle que estaban orando por ella y que estaban cuidando de sus hijos. No obstante, el 16 de agosto pasado, personal del hospital contactó a la familia para informarles que Lydia Rodríguez también había fallecido.
La familia ha realizado el último deseo de su madre y los gemelos de 18 años han sido vacunados. La chica de 11 años ha sido programada su vacunación para el momento en que califique, a los 12 años, y se espera que el hijo de 16 años de la pareja reciba la vacuna pronto.
La familia Rodríguez ha creado una página en GoFoundMe para recaudar fondos que servirán a los hijos de Lydia y Lawrence Rodríguez mientras se determina la situación legal de los cuatro y se asigna a su tutor.